viernes, enero 06, 2006

"ANTES Y DESPUES DEL COLIBRÍ"

El poeta busca afanosamente -como el colibrí- las delicias del jardín escondido y siente por breves instantes, el palpitar de la eternidad...”
Octavio Paz.

“El colibrí es un milagro vivo…el día se puede dividir en antes y después del colibrí.”

Raúl Bañuelos

Desde que tengo memoria, me gustan mucho los animales y una de mis especies favoritas, son las aves, en especial las coloridas.
Entre mis consentidas está el colibrí, y no sólo por su belleza, sino por que tiene una aureola de magia. Se conoce como chupamirto, chuparosa, picaflor, oiseau-mouche, hummingbird, quentí, y es un ave exótica, brillante. Me impresiona su ligereza, su elegancia, su minúsculo tamaño, su zumbido casi inaudible, su monogamia, su velocidad...

Es tan surrealista encontrarse tanta belleza en tan pequeña criatura, y sobretodo en plena ciudad de México, contaminada y gris, que me hace pensar que no merecemos esas gotitas de color en nuestras ventanas.

En la punta de su lengua, tiene pequeñas espinas, que le sirven para ensartar a los insectos. Su pico es largo y muy delgado, lo usa como un popote, para libar. De hecho, en náhuatl se llama “huitzi” que significa espina. Por ello “Huitzilihuitl”, quiere decir plumas de colibrí, y “Huitzilopochtli”, colibrí zurdo. Nuestros antepasados, admiraban a las aves, y utilizaban sus plumas como ofrenda, como ornato, en sus vestimentas. Cuando vean a los voladores de Papantla, un ritual religioso y lúdico, observen como estos valientes hombres en su vestimenta traen plumas, y están colocados en los cuatro puntos cardinales, señalando los cuatro vientos. Incluso existía la creencia épica y romántica de que el alma de nuestros guerreros que morían en combate, se convertía en colibrí.

La numerología impresiona a cualquiera, el colibrí tiene alrededor de 1500 plumas, pesa tan sólo 2 gramos, puede volar a 15,000 pies de altitud, mide 2.5 pulgadas. Cuando se encuentra descansando su corazón late 500 veces por minuto, al volar late al doble. Cuando se encuentra cortejando, entonces aletea 200 veces, pero por segundo!!

Entre los detalles curiosos, es que vuela como helicóptero, sólo hacia delante o hacia atrás, o de forma lateral pero sin cambiar la posición de su cuerpo. Necesita la mitad de su peso en azúcar diaria, (creo que a veces me pasa algo similar) por eso busca con insistencia, el néctar de las flores.

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De estos mágicos animalitos, se dice que tienen poderes sobre el amor, se acostumbraba disecarlos y traerlos en la bolsa, o cerca del corazón para ser correspondido por la persona que se ama. Por eso, se regalan amuletos, prendedores, dijes, en forma de colibríes, pues simbolizan la suerte en el amor.

Hay un sinnúmero de historias y leyendas sobre los colibríes, pero estas dos son mis favoritas:

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El sol y la luna formaban la primera pareja del mundo, pero les era imposible encontrarse en el cielo, pues cuando el sol aparecía , la luna debía ocultarse y viceversa. Por eso, el sol se convertía en colibrí para ir a besar a la luna.

-Un día, todos los insectos del mundo se reunieron y se posaron sobre el arcoiris. Fueron tal cantidad de insectos que lo taparon totalmente, y éste gritó pidiendo ayuda. Los pájaros volaron y empujaban a los insectos de vuelta a la tierra. Como se hacía tarde, poco a poco todos los pájaros se fueron excepto uno: el colibrí, que se quedó hasta el final para asegurarse de que ningún insecto molestaría al arcoiris. En agradecimiento a ese gesto, el arcoiris tiñó de colores al colibrí, para que cada vez que aleteara, se acordara de su amistad.

Sepan que uno de mis pasatiempos preferidos, es pintar. Pero no sólo cuadros, también paredes, sillas, etc. (lo que me dejen!!) y un día decidí pintar una banca rústica de color azul y dibujé dos colibríes volando. No van a creer lo que me sucedió. Justo encima de la banca, mientras yo pintaba, junto a mis pinceles y brochas, un colibrí revoloteaba, parecía que estaba inspeccionando lo que yo hacía. Desde luego que no me molestaba en absoluto. Tardé varios días en acabar de decorar la banca, y para mi sorpresa, decidió construir su nido justo encima de la banca, en una ramita. Esto me llenó de alegría y sentí que era una muestra de aprobación y de cariño. Tal vez se percató de que había amor en el ambiente.

Por todo lo anterior, y muchas razones más, cuando veo volar un colibrí cerca de mí, creo que mi corazón late un poquito más aprisa, pienso (quizá ilusamente), que se acerca para traerme un buen mensaje.

ANDREA