jueves, enero 12, 2006

"CAMPANAS AL VUELO"


Algo de místico, triste, nostálgico, dulce, romántico y sonoro envuelve el repicar de las campanas...

Las escuchamos cuando nos invade la alegría y cuando el duelo nos lastima, tintinean para gritarnos que ya es tarde, en el reloj de la iglesia o en la alcaldía.

Provoca risas en la bicicleta de aquél niño, y nos hace salivar cuando el carro de los helados las hace sonar. Las oímos en aquella escuela para salir al recreo, y también al besarse unos recién casados entre gritos de júbilo.

Se tocan también para avisarnos que el camión de la basura está cerca y para llamar al orden en una sesión, además hay quien les cuelga alguna pequeña campanita en el cuello a sus mascotas, o el pastor a sus ovejas para anunciar su presencia.

Nos son familiares en el despertador cada mañana, en las boyas para avisarnos del peligro marítimo, en los trenes que nos recuerdan su partida. En tiempos difíciles como en el toque de queda, se espera el tañer de las campanas para resguardarse. En los levantamientos sociales, se avisa al pueblo al tocarlas fuertemente.

Cuando se espera dar una buena noticia, como el haber llegado a una decisión, se echan al vuelo frenéticamente, como el día en que se eligió al Papa. En algunas casas, prefieren amarrar una campana al pórtico, en lugar de tener un timbre.

La mayoría de la gente, las relacionamos con alegría, no en vano la expresión: “se campanea” de risa, e incluso todos tenemos una “campanilla” en las anginas. Nos recuerdan la buena suerte, pues hay momentos en que las cosas se obtienen por “campanazo”. Y que me dicen de aquella sonriente compañera inseparable de Peter Pan “Campanita”...

"Las campanas nos acompañan a lo largo de nuestra vida, desde nuestra niñez hasta las postrimerías del día de nuestro funeral. Parece que su sonar no envejece, nos recuerdan que alguien las hace doblar para nosotros, pues tiene algo que decirnos, que invitarnos, que contagiarnos, que gritarnos, que pedirnos. Y nosotros que somos receptores de ese mensaje, ya decidiremos si lo tomamos o no."

-Hace no mucho tiempo, paseábamos por Reforma y admiramos una exposición escultórica con el tema de las Campanas, las había de todos tamaños, países, formas y colores. Recuerdo un feliz momento en que mágicamente me convertí en niña de nuevo y me senté en un columpio que con el vuelo hacía sonar unas campanas. Los autos pasaban casi en mis pies, y yo simplemente me dejaba llevar en mi columpio oyendo las campanas...y entonces decidí que iba a escribir pronto acerca de ellas.

Se dice que cuando se está realmente enamorado se escuchan en el corazón “campanitas”. Estoy segura que ese sonar, es quizá la voz de un ángel que dulcemente nos habla al oído...


ANDREA

viernes, enero 06, 2006

"ANTES Y DESPUES DEL COLIBRÍ"

El poeta busca afanosamente -como el colibrí- las delicias del jardín escondido y siente por breves instantes, el palpitar de la eternidad...”
Octavio Paz.

“El colibrí es un milagro vivo…el día se puede dividir en antes y después del colibrí.”

Raúl Bañuelos

Desde que tengo memoria, me gustan mucho los animales y una de mis especies favoritas, son las aves, en especial las coloridas.
Entre mis consentidas está el colibrí, y no sólo por su belleza, sino por que tiene una aureola de magia. Se conoce como chupamirto, chuparosa, picaflor, oiseau-mouche, hummingbird, quentí, y es un ave exótica, brillante. Me impresiona su ligereza, su elegancia, su minúsculo tamaño, su zumbido casi inaudible, su monogamia, su velocidad...

Es tan surrealista encontrarse tanta belleza en tan pequeña criatura, y sobretodo en plena ciudad de México, contaminada y gris, que me hace pensar que no merecemos esas gotitas de color en nuestras ventanas.

En la punta de su lengua, tiene pequeñas espinas, que le sirven para ensartar a los insectos. Su pico es largo y muy delgado, lo usa como un popote, para libar. De hecho, en náhuatl se llama “huitzi” que significa espina. Por ello “Huitzilihuitl”, quiere decir plumas de colibrí, y “Huitzilopochtli”, colibrí zurdo. Nuestros antepasados, admiraban a las aves, y utilizaban sus plumas como ofrenda, como ornato, en sus vestimentas. Cuando vean a los voladores de Papantla, un ritual religioso y lúdico, observen como estos valientes hombres en su vestimenta traen plumas, y están colocados en los cuatro puntos cardinales, señalando los cuatro vientos. Incluso existía la creencia épica y romántica de que el alma de nuestros guerreros que morían en combate, se convertía en colibrí.

La numerología impresiona a cualquiera, el colibrí tiene alrededor de 1500 plumas, pesa tan sólo 2 gramos, puede volar a 15,000 pies de altitud, mide 2.5 pulgadas. Cuando se encuentra descansando su corazón late 500 veces por minuto, al volar late al doble. Cuando se encuentra cortejando, entonces aletea 200 veces, pero por segundo!!

Entre los detalles curiosos, es que vuela como helicóptero, sólo hacia delante o hacia atrás, o de forma lateral pero sin cambiar la posición de su cuerpo. Necesita la mitad de su peso en azúcar diaria, (creo que a veces me pasa algo similar) por eso busca con insistencia, el néctar de las flores.

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De estos mágicos animalitos, se dice que tienen poderes sobre el amor, se acostumbraba disecarlos y traerlos en la bolsa, o cerca del corazón para ser correspondido por la persona que se ama. Por eso, se regalan amuletos, prendedores, dijes, en forma de colibríes, pues simbolizan la suerte en el amor.

Hay un sinnúmero de historias y leyendas sobre los colibríes, pero estas dos son mis favoritas:

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El sol y la luna formaban la primera pareja del mundo, pero les era imposible encontrarse en el cielo, pues cuando el sol aparecía , la luna debía ocultarse y viceversa. Por eso, el sol se convertía en colibrí para ir a besar a la luna.

-Un día, todos los insectos del mundo se reunieron y se posaron sobre el arcoiris. Fueron tal cantidad de insectos que lo taparon totalmente, y éste gritó pidiendo ayuda. Los pájaros volaron y empujaban a los insectos de vuelta a la tierra. Como se hacía tarde, poco a poco todos los pájaros se fueron excepto uno: el colibrí, que se quedó hasta el final para asegurarse de que ningún insecto molestaría al arcoiris. En agradecimiento a ese gesto, el arcoiris tiñó de colores al colibrí, para que cada vez que aleteara, se acordara de su amistad.

Sepan que uno de mis pasatiempos preferidos, es pintar. Pero no sólo cuadros, también paredes, sillas, etc. (lo que me dejen!!) y un día decidí pintar una banca rústica de color azul y dibujé dos colibríes volando. No van a creer lo que me sucedió. Justo encima de la banca, mientras yo pintaba, junto a mis pinceles y brochas, un colibrí revoloteaba, parecía que estaba inspeccionando lo que yo hacía. Desde luego que no me molestaba en absoluto. Tardé varios días en acabar de decorar la banca, y para mi sorpresa, decidió construir su nido justo encima de la banca, en una ramita. Esto me llenó de alegría y sentí que era una muestra de aprobación y de cariño. Tal vez se percató de que había amor en el ambiente.

Por todo lo anterior, y muchas razones más, cuando veo volar un colibrí cerca de mí, creo que mi corazón late un poquito más aprisa, pienso (quizá ilusamente), que se acerca para traerme un buen mensaje.

ANDREA